viernes, octubre 21

parte 15. Tito

Tito
Tito sucedió a su padre sin problemas. Vespasiano había planeado la sucesión y asociado a su hijo en el gobierno. Por vez primera un emperador era sucedido por su hijo consanguíneo.
Tito había llevado una vida alegre y era sumamente popular por su generosidad e indulgencia, y se dispuso, al ascender al trono imperial, a trabajar duro y realizar una buena tarea. Casi el único defecto que el populacho romano podía hallarle era que tenía una amante judía. Mientras combatía en Judea, Tito había conocido a Berenice, hermana de Herodes Agripa II, y se habían enamorado mutuamente. Cuando Tito retornó a Roma, llevó consigo a Berenice, con quien proyectaba casarse. Pero esto no lo permitían los prejuicios antisemitas del populacho y, finalmente, muy a su pesar, tuvo que enviarla de vuelta a su país.
El reinado de Tito se señaló por una paz (excepto la compaña de Britania) y una prosperidad generales. Se abstuvo de cometer actos arbitrarios y fue un gobernante moderado. Desgraciadamente, sólo vivió dos años después de convertirse en emperador, pues murió en 81 a la edad de sólo cuarenta años.
En su breve reinado se produjo una notable catástrofe. Los sabios tenían conocimiento de que una montaña cercana a Nápoles y llamada Vesubio había sido antaño un volcán, pero no se tenía memoria de que hubiese entrado nunca en erupción. Las ciudades de Pompeya y Herculano estaban ubicadas en su vecindad, y las granjas se esparcían por sus laderas. Pompeya, en particular, era una ciudad de veraneo de los romanos ricos. El orador romano Cicerón era uno de los que, un siglo y cuarto antes, se jactaban de poseer una villa pompeyana.
En 63, durante el reinado de Nerón, se produjo un terremoto en la región que dañó a Pompeya y también a Neapolis (Nápoles). Pasó y el daño fue reparado. Pero en noviembre del 79 el monte Vesubio sufrió una violenta erupción y, en pocas horas, Pompeya y Herculano fueron aplastadas y enterradas bajo la ceniza y la lava.
Esa trágica catástrofe tuvo gran valor para los historiadores modernos. Desde comienzos del siglo XVIII, Pompeya ha sido excavada lentamente y ha sido como descubrir una ciudad fosilizada, un escenario montado en tiempos romanos y colocado en el nuestro. Se descubrieron templos, teatros, gimnasios, hogares y tiendas. Han aparecido obras de arte, inscripciones y hasta garabatos hechos por ociosos. Los historiadores bien quisieran que tales accidentes ocurriesen más a menudo si pudiesen suceder sin pérdida de vidas.
Tito se dirigió apresuradamente al escenario de la erupción para supervisar la labor de rescate y ayudar a los supervivientes. Pero cuando se marchó, estalló en Roma un incendio que duró tres días y tuvo que retornar para atender también a esta cuestión.
En una tónica más alegre, inauguró nuevos baños (los «baños de Tito») y completó un proyecto iniciado por su padre, el primero de los grandes anfiteatros que iban a construirse en Roma. Vespasiano lo había comenzado en el lugar del palacio de Nerón, que Vespasiano hizo derribar para devolver ese espacio al uso público. El anfiteatro era de piedra y tenía capacidad para cincuenta mil espectadores, tamaño respetable aun juzgado según patrones modernos. Fue el lugar del tipo de espectáculos de que gozaba el populacho romano: carreras de carros, combates de gladiadores, lucha con animales, etc.
Habría sido mejor llamarlo el anfiteatro Flavio, pero cerca de él había una gran estatua de Nerón. Estas estatuas de gran tamaño eran llamadas «colossae» por los romanos (de donde deriva nuestro adjetivo «colosal»), por lo que el anfiteatro llegó a ser conocido como el «Coliseo». Todavía hoy se lo llama por este nombre y, aunque en ruinas, tiene gran magnificencia y domina la ciudad de Roma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario