sábado, julio 1

invitación de la fiesta "o esquecemento"

HA RECIBIDO LA ASOCIACIÓN UNA INVITACIÓN DESDE XINZO DE LIMIA PARA QUE PARTICIPEN ALGUNSO ROMANOS EN LAS FIESTAS DE "O ESQUECEMENTO"

HE TRASLADADO EL CONTENIDO DE LA WEB DEL AYUNTAMIENTO PARA PODER LEER SOBRE ESTA INVITACIÓN.


O ESQUECEMENTO | 4, 5 y 6 de Agosto
ORIGEN
El paso del río Lethes por Décimo Junio Bruto.

"Comandadas por Decimo Junio Bruto, las legiones romanas llegaron hasta la margen izquierda del Limia en el año 135 a.Jc. La belleza del lugar les hizo juzgar que se encontraban delante del legendario rio Lethes, que apagaba todos los recuerdos de la memoria de quien lo atravesara. Entonces empuñando el estandarte de las águilas de Roma el comandante llamó desde la otra margen a cada soldado por su nombre. Asi les probó que ése no era el río del Esquecemento."

LA MEMORIA RECUPERADA
por Xoxé Benito Reza - Ingeniero y escritor.
"Apenas queda un vago recuerdo en la memoria anegada del río del Olvido".

Llevaban muchos días de dura y dilatada marcha. Primero por la Lusitania arriba, desde la distante Conímbriga, luego oliendo la sal sumergida en el aire de Portucale, y más tarde parada y fonda para coger nuevos alientos en Brácara Augusta. Desde Brácara acordaran los viajeros acercarse hasta Astúrica Augusta siguiendo la moderna vía del imperio que cruzaba la Gallaecia por el convento bracarense en dirección nordeste, aquella que Antonino numerara con el XVIII de su Itinerario, y que todos conocían ahora como Vía Nova. A poco de Brácara dejaran los feraces valles del río Cávado para sumergirse en un terreno hostil y melancólico.

La Vía Nova subía sin desmayo por entre robledales cerrados acariciando las faldas de la sierra del Xurés, allá donde el horizonte rompía contra el cielo arañado por unas insólitas agujas que destacaban en las cimas. La vía corría hacia arriba en un ciento de rodeos en el lugar llamado Xeira, donde el silbar del viento y el chillido de los pájaros invisibles que habitan las alturas del bosque hablaban del contubernio salvaje entre el bosque viejo y la roca desnuda de la montaña al descubierto. Con no poco esfuerzo llegaran a Portela do home, allá donde remata el mundo y comienza el cielo, por debajo aparecía el valle del Letheo, de Décimo Junio Bruto.
Un recuerdo para él, para "0 Galaico", tuvieran los viajeros imperiales al cruzar la Ponte Pedriña, en las Conchas, al general que nada olvidó en el paso del Oblivionis, el río del Olvido dónde beben sin cesar los muertos, esa avidez acuática y necesaria para apartar hasta el último recuerdo de esta vida terrenal.

Pero ninguno de ellos, ninguna mente humana y por ello limitada podría llegar siquiera a adivinar la realidad física del mundo que ahora tenían por delante, de la exultante visión que naciera de súbito, como por encanto, luego de remontar el río hasta la Ponte Liñares. Desde aquella roca elevada observaron atónitos la laguna y la meseta inmensa de las que tanto les tenían hablado en los últimos días. El río infernal de los miedos estratégicos forjados en las citanias, el río "Fabulosus de Plínio", el "Limaian" de los antiguos, el Letheo de los romanos, se nutría del mar interior más extraordinario que tenían visto en la Iberia.

Había a aquellas horas tempranas un vapor de humedades que surgía en las aguas neblinosas de la insólita caldera, y el mundo que crecía de la cuna acuática se definía desde la distancia en eufóricos compases de miles de voces salvajes, en la isla ancestral del anfiteatro natural más prodigioso que conformaba el Lago Beón. Había allí nubes de garzas, garzotas, ánsares, cisnes, gansos, grullas, choromicas, que velaban los cielos, en inquieta confusión con las nieblas del invierno galaico; y de las aguas adormecidas subía el eco abrumador de alavancos, patos cenicientos y blancos, cercetas, espátulas, rabilargos, negrones, medianeros, gansos, mergas, brullóns. Y en medio de aquella fertilidad, en las aguas mansas de la laguna que también llaman Antela, esparcidos en la lámina verdosa de los juncos, espadanas, lentejas, y beones, asomaban conjuntos palafíticos de pequeñas cabañas circulares que venían de la más remota antigüedad, y por entre ellas surcaban las aguas feraces las sencillas piraguas de los pobladores lacustres del Alto Limaia.

Los viajeros durmieran aquella noche en el FORUM LIMICORUM, y fueran arrullados en sus sueños por el murmullo de las ramas del infinito robledal que se extendía en la distancia hasta la gran montaña del naciente.

Quizás fue así, quizás no, pero lo cierto es que de todo aquello, gracias al insaciable y voraz apetito de los hombres por dar cuenta de la naturaleza limiana, apenas ya no queda más que un vago recuerdo, una luz en la memoria anegada del río olvidado. De todo ello, de todo aquello todo lo sabe, mi amigo, Xosé Luís Martínez Carneiro. La semana pasada recibí la invitación del presidente de la Expolimia Xosé A. Feijóo a quién agradecidos estamos por su apoyo a nuestra causa del Couto Mixto. Aunque según se mire o escuche cada uno da la versión que mejor le cuadra, lo cierto es que la Expolimia, nada en la mente generosa y comprometida de Carlos Gómez. Surgió de nuevo como Ave Fénix en un tiempo récord, y es sin duda el más grande evento ferial de toda la frontera gallega con Portugal. Y como Xinzo está a caballo en la geografía entre el Umia de Ponte da Barca, Ponte de Lima y la atlántica Viana, y las tierras montañosas del barroso portugués en el Montalegre trasmontés, ocupa una situación privilegiada para ahondar en las relaciones, siempre enriquecedoras y prometedoras, entre Galicia y el Norte de Portugal en esta Europa de las Regiones que unas veces nos mima e otras nos ahoga.
Conozco mucha gente de la limia, de sus ilusiones y proyectos, de sus sueños y obsesiones, y estoy convencido de que la memoria anegada tiene que resurgir necesariamente para llegar a conseguir todo ese panel de objetivos, si es con Portugal tanto mejor. Buena fe de ello son los dos magníficos legados que nos dejó el pasado año la juventud limiana.

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