jueves, octubre 6

Parte 6. Los judios

Los judíos
Sin embargo, el suceso más destacado del reinado de Augusto y, muy probablemente, el más importante de la historia civilizada, no fue una conquista o una derrota, una reorganización o una reforma, una obra de arte o de la literatura. Fue sencillamente el nacimiento de un oscuro individuo en un oscuro rincón del Imperio, hecho que pasó inadvertido en la época.
Al sur de Siria estaba Judea. Sus habitantes (los judíos) tenían una religión férreamente monoteísta que hacían remontar a casi dos mil años atrás, al patriarca Abraham. Durante cuatro siglos, del 1000 a. C. al 600 a. C., se enorgullecieron de tener un reino independiente, que había tenido cierto poder al principio, bajo el conquistador rey David, pero luego decayó gradualmente.
En 586 a. C. (166 A. U. C.), el reino fue destruido por los babilonios. Menos de un siglo más tarde, los babilonios, a su vez, fueron conquistados por los persas, quienes permitieron a los judíos reconstruir su templo en su antigua capital, Jerusalén.
Los judíos permanecieron en Judea, bajo la dominación persa, sin rey y sin poder político o militar, pero aferrados a su religión y sus recuerdos de la pasada independencia. Los persas fueron sucedidos por el imperio de Alejandro Magno, y éste por el Imperio Seléucida. En 168 a. C., el monarca seléucida Antíoco IV declaró ilegal el judaísmo y trató de convertir a los judíos, de una vez por todas, a la cultura y el modo de vida griegos. La alternativa era la extinción.
Los judíos se rebelaron y, bajo el liderazgo de Judas Macabeo y sus hermanos, conquistaron su independencia de los seléucidas. Durante casi un siglo, la mantuvieron bajo la dinastía de los macabeos, y Judea pudo gozar de un corto período de libertad, aunque bajo reyes que no eran de la reverenciada «casa de David».
En 63 a. C., los romanos estaban poniendo en orden el Este. Por entonces, miembros de la familia macabea estaban luchando entre sí por el derecho a gobernar Judea, y el bando perdedor apeló a los romanos. El general romano pensó que lo más seguro era suprimir totalmente el reino macabeo y poner en el gobierno de Judea a alguien que fuese decididamente pro romano. Lo hizo poniendo a un cierto Antípatro en el gobierno de Judea.
La astucia de la medida estaba en que Antípatro no era realmente un judío, sino un idumeo (o edomita, en el lenguaje de la Biblia). Idumea, o Edom, estaba inmediatamente al sur de Judea y, aunque la región había sido conquistada por los macabeos y sus habitantes fueron obligados a convertirse al judaísmo, había una tradicional enemistad entre los dos pueblos vecinos que se remontaba a más de mil años atrás. Los judíos pensaban que el idumeo Antípatro era un extraño, por mucho que adhiriera al judaísmo, y se resentían de su gobierno, por muy justo y eficiente que tratase de hacerlo. Los romanos sabían, pues, que nunca podría contar con sus propios súbditos y tendría que depender totalmente de Roma para su protección.
El segundo hijo de Antípatro era Herodes. En 37 a. C. subió al gobierno de Judea. Pero la región estaba agitada, y Herodes halló difícil permanecer en el poder.
Trató de ganarse al pueblo judío practicando el judaísmo y mejorando el Templo de Jerusalén hasta el punto de que superó al Templo original de Salomón. Pero era un hombre cruel y receloso que se casó unas diez veces y no tenía ningún escrúpulo en ordenar la ejecución de esposas e hijos a los que juzgaba peligrosos. (Se dice que Augusto, después de enterarse de una de esas ejecuciones, exclamó: «Preferiría ser el cerdo de Herodes a ser el hijo de Herodes».)
Los judíos detestaban a Herodes, y entre ellos una esperanza había ido creciendo durante algún tiempo. A medida que los siglos pasaban y un pueblo tras otro —babilonios, persas, griegos y romanos— los tiranizaban, empezaron a soñar en que algún día un descendiente de David retornaría para convertirse en su rey y devolverles la independencia y su legítimo lugar en el mundo.
Puesto que los judíos consagraban a sus reyes ungiéndolos con aceite sagrado, llamaban al rey «el ungido», así como los modernos que consagran a sus reyes coronándolos los llaman «testas coronadas». En hebreo la expresión «el ungido» es «mesías». Los judíos, pues, esperaban la llegada del «mesías».
Recordaban siempre el ejemplo de Judas Macabeo, que había derrotado a los reyes seléucidas cuando eso parecía imposible. Otro hombre semejante, más grande aún, podía derrotar a Roma.
Otros judíos, conscientes del hecho de que Roma era mucho más fuerte en tiempo de Augusto que el Imperio Seléucida en la época de Antíoco IV, confiaban menos en una solución puramente militar. En cambio, empezaron a pensar en términos de un mesías místico y sobrenatural; un mesías que haría más que liberar solamente Judea y cuyo advenimiento iniciaría un nuevo reino de justicia y santidad en la Tierra, mientras todo el mundo rendiría culto al único Dios verdadero.
En la Judea de aquellos años, muchos individuos pretendían ser el mesías y siempre había quienes estaban dispuestos a creer en el carácter mesiánico de cualquiera que se lo atribuyese. Hubo revueltas bajo el liderato de tales hombres, todas las cuales fueron derrotadas. Herodes y los romanos estaban cautelosamente al acecho de todos esos supuestos mesías, pues los consideraban como una fuente invariable de todo género de problemas y perturbaciones.
Según el relato del Capítulo II del Evangelio según San Mateo, del Nuevo Testamento, el nacimiento de un niño llamado Jesús (forma griega de Josué) en Belén, a finales del reinado de Herodes cumplía las diversas profecías concernientes al mesías que aparecían en varias partes de los libros del Antiguo Testamento. Herodes, al oír los rumores del nacimiento de tal niño, ordenó que fueran muertos todos los niños de Belén de menos de dos años, pero el niño Jesús logró escapar a Egipto.
No hay ningún testimonio de este suceso en ninguna parte excepto en el Nuevo Testamento, y lo menciono sólo porque es importante para establecer el tiempo del nacimiento de Jesús.
Unos cinco siglos después de la época de Herodes, un monje sirio llamado Dionisio Exiguo, después de hacer un cuidadoso estudio de la Biblia y de los testimonios históricos romanos, decidió que el nacimiento de Jesús había tenido lugar en 753 A. U. C. Esto fue aceptado, en general, por el pueblo europeo, por lo que el 753 A. U. C. se convirtió en el año de la Era Cristiana, y la fundación de Roma fue ubicada en el 753 a. C.
Pero Dionisio debe de haber cometido un error, porque es totalmente seguro que Herodes murió en el 749 A. U. C., que es, según el cálculo de Dionisio, el 4 a. C. Si Herodes se hubiese inquietado por las noticias del nacimiento de Jesús, entonces Jesús no puede haber nacido después del 4 a, C., y posiblemente hasta algunos años antes. (Es extraño pensar que Jesús nació cuatro años «antes de Cristo», pero el cálculo de Dionisio está tan firmemente insertado en los libros y documentos históricos que es totalmente imposible e indeseable cambiarlo.)
Cuando Herodes murió aún quedaban tres hijos a los que no había llegado a ejecutar. Cada uno de ellos heredó parte del reino. Herodes Arquelao gobernó sobre la misma Judea y Samaria, la región situada al norte de Judea. Herodes Antipas tuvo el gobierno de Galilea, al norte de Samaria, y de Perea, al este del río Jordán. Finalmente, Herodes Filipo gobernó Iturea, al noroeste de Galilea.
Los dos últimos, Antipas y Filipo, permanecieron en el poder durante una generación, pero no ocurrió lo mismo con Arquelao. Este gobernaba el centro mismo de los dominios judíos, con su capital en la misma Jerusalén, y los judíos se quejaban constantemente a Roma por su mal gobierno. En el 6 fue depuesto por Augusto y exiliado a la Galia. Después, durante un tiempo Judea y Samaria fueron gobernadas por procuradores romanos nombrados por el Emperador.
Aunque se dice que Jesús nació en Belén, pequeña ciudad situada al sur de Jerusalén que —según la tradición— iba a ser el lugar de nacimiento del mesías (puesto que mil años antes había sido el lugar de nacimiento de David), su familia vivió en Nazaret, ciudad de Galilea. Fue en Galilea, pues, en el territorio de Antipas, donde creció Jesús. Al llegar a la edad adulta, reunió un grupo de discípulos devotos, pues sus enseñanzas adquirieron popularidad y su personalidad era magnética.

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Algunos de sus discípulos empezaron a creer que era el Mesías (y ahora la palabra comienza a escribirse con mayúscula inicial, y lo mismo los pronombres referentes a Jesús, pues cientos de millones de hombres desde entonces han creído en la naturaleza mesiánica y divina de Jesús). La palabra griega que significa «el ungido» es «Christos», de modo que lo que en hebreo habría sido «Josué el Mesías» se convirtió en la versión castellana de la forma griega: «Jesucristo».
Las autoridades, tanto herodianas como romanas, seguramente vigilaron estrechamente a Jesús en busca de signos de tendencias mesiánicas que pudiesen dar origen a rebeliones y perturbaciones. Los jefes religiosos judíos también estaban alertas a tal posibilidad, pues comprendían cuán fácilmente podían estallar revueltas y provocar una reacción romana que destruyese completamente a la nación. (Esto fue exactamente lo que ocurrió medio siglo más tarde, de modo que sus temores no eran en modo alguno absurdos.)
Cuando la popularidad de Jesús llegó a su apogeo, viajó a Jerusalén para celebrar allí la Pascua y, al hacerlo, aceptó tácitamente el papel de Mesías, pues entró cabalgando en un asno. Así era como un profeta del Antiguo Testamento había predicho que el Mesías llegaría a Jerusalén, y la multitud comprendió el simbolismo.
Esto era demasiado, para las autoridades. Tan pronto como se presentó una oportunidad para arrestar a Jesús calladamente (para que no estallaran revueltas entre sus discípulos o entre los nacionalistas judíos, posiblemente con desastrosas consecuencias), fue detenido. Uno de los discípulos de Jesús, Judas Iscariote, reveló el lugar en que moraba e hizo posible su arresto calladamente, por lo que el nombre de Judas se ha convertido en sinónimo de traidor.
Para los líderes judíos, el crimen de Jesús era el de blasfemia: pretender ser el Mesías, cuando, en opinión de ellos, no lo era. Para los romanos, su crimen era puramente político. El Mesías era alguien a quien los judíos reconocían como rey. Si Jesús pretendía ser el Rey de los judíos, se estaba rebelando contra el emperador romano, el único que tenía derecho a nombrar reyes.
En 29 (782 A. U. C.), quizá, Jesús fue llevado a juicio ante Poncio Pilato, el sexto procurador que gobernó Judea desde la deposición de Arquelao. Había sido nombrado para ese cargo tres años antes. Según el relato bíblico, se mostró renuente a condenar a Jesús y sólo lo hizo bajo la presión de las autoridades religiosas judías, quienes pensaban que liberar a Jesús provocaría una rebelión nacionalista, seguida inevitablemente por una represión romana. Se dice en la Biblia que el Sumo Sacerdote Caifas afirmó: «Es conveniente para nosotros que un hombre muera por el pueblo, y que no perezca toda la nación».
Pero si Pilato condenaba a Jesús, tenía que hacerlo por un crimen romano, pues su jurisdicción sólo se extendía a esa clase de crímenes. Por ello, Jesús fue condenado por traición contra Roma, y un castigo común para la traición era la crucifixión, tipo de tortura común en el Este y en Roma, pero nunca usado por los judíos ni los griegos. Un ejemplo del uso romano de la crucifixión en gran cantidad fue el de la revuelta de los gladiadores en Italia, que fue extinguida en el 71 a. C. A la sazón, no menos de seis mil de los rebeldes capturados fueron crucificados en cruces que se extendieron por kilómetros a todo lo largo de la Vía Apia, la principal ruta de Italia.
Así, Jesús fue crucificado sencillamente como un rebelde más que recibía el castigo habitual, y esto parecía ser todo. Ningún romano de la época podía haber imaginado en ese momento que esta crucifixión particular sólo sería un comienzo.

4 comentarios:

  1. Anónimo4:52 a. m.

    Bueno colega he leido esta parte sobre los judios y verdaderamente y quiero aclararte que te falta mucha informacio sobre la personalidad de Josua mas conocido por Jesus y este personaje asi como muchas de sus atribuciones historicas dejan que desear, una de ellas es la presuncion que murio en la cruz mas falso que esto es como decir que Franco todavia esta vivo por no poner el ejemplo de Elvis Presley, vamos! y sobre este tema creo que podriamos canviar impresiones y notas asi como bibligrafia , para comenzar tu sabes de donde era Poncius Pilatus era nada mas y nada menos que nacido en la actual Sevilla y era el yerno del emperador quien lo envio a Judea para tener el campo libre poder "follarse" a su mujer que era hija de la mujer del emperador , ya ves! antes de escribir un comentario se deberia revisar un segundo texto y comentar lo mas ajustado a la realidad!sobre el tema este de Jesus se puede escribir un monton de libros y se demustra cientificamente que no murio en la cruz . Pregunta , cuales son las causas clinicas de fallecimiento por medio de la crucifision? si eres capaz de responder a esta pregunta , te ruego que consultes con un forense y luego me lo dices.
    Un saludo
    Ah! y joder visita tambien mi web coño!

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  2. La verdad es que la inclusión de este capítulo es meramente para seguir la historia propuesta pos Asimov...

    lo realiza de una manera objetiva... y bueno... no está mal...

    si he de decirte la verdad... la historia de jesús no me interesa nada... la incluyo por ser parte del texto...

    sobre la crucifixión...

    muerte por crucifixión...

    si son clavados, los clavaran por la zona de las muñecas, por lo que moriran desangrados... y en este caso se dice que para aliviar el sufrimiento se le clava la lanza...

    además del dolor por ser clavapds y que todo el peso de cuerpo recaiga sobre las muñecas..

    en fin...

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  3. Anónimo2:31 p. m.

    Me ha parecido correcto eso que la historia de Jesus no te interesa, pues si no interesante, no se debe incluir en el texto, para noinducir a error a los lectores . La "historia" de este buen señor es interesante para estudiar la forma de manipulacion y el"terror" ala muerte que les han inculcado estos "listillos". Sobre crucifixion a ti que te gusta tanto la historia romana creo que deberias dimistificar eso de clavarlo en los maderos de pies y manos mayor MENTIRA no ha podido existir, y me gustaria que clgases un comentario sobre este proceso.La muerte de todo cricificado es axfisiado por el peso del cuerpo y las costillas penetran en los pulmones apretandolos de tal manera que falleces de axfisia . Partiendo de la base que este era el metodo decrucifision romana y realistico la "biblia"c omo inspiracion divina deja mucho que desear como verdady realidad , por lo tanto todo es un invento de cuatro listillos con el unico fin de control de masas, que es lo que la religion ha estado haciendo por mas de 2000 años . Y la iglesia como tal solo es conocida de el año 800 con la union de Charlesmagno como emperador de los frank donde se puso de manifiesto la colusion entre los poderes eclesiasticos y estatales

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  4. lo dela historia de los judios... era para poner el texto integro...

    ya te digo, que nocreo que nadie clavado por las manos aguante mucho colgado...

    por eso te decía lode clavarlo por las muñecas entre los dos huesos de el antebrazo...

    sobre lo de la asfixia... no lo veo claro...

    si quieres puedes explicarme como es así ... en función de como lo colocan en la cruz... lo amarran... por los pies no... etc...

    sobre la iglesia...se podría dedicar muchísimo... y casi más que carlomagno... yo diría constantino... que fue el que apoyo la iglesia cristiana como única religión a todo el imperio..

    por cierto... como el cristianismo es algo importane en le imperio romano aparece por todo el libro...ç


    por lo que tenemos más cosas de que hablar

    SALUDOS

    saludos...

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