miércoles, enero 11

capítulos 9 y 10 de roma

La verdad, es que había leido un poco sobre de que va el episodio, y no me han sorprendido tantas cosas como otra vez.

Entre las escenas que me gustaron, esta el lío con los mafiosos... "Tu y Tu estais muertos"... las amenazas y como espera Voreno con las espadas y llega Julio César...

La otra escena que me impresiona, es cuando le dice pullo a irene que está libre, viene un esclavo dandole las gracias y Pullo se lo carga a golpes...

Esta serie está muy bien...



EPISODIO 9
Útica

Emitido el martes 10 de enero de 2006

Sinopsis

En las polvorientas planicies de África, Cato y Escipión llegan a la aldea más cercana, acompañados de unos pocos soldados y esclavos. A pesar de haber reunido un ejército con el rey de Numidia, han sido vencidos por César y sus legiones en la batalla final de Tapso y ahora deben decidir qué hacer con sus vidas, ya que César ha conseguido el triunfo absoluto.

Cato le recomienda a Escipión que considere la posibilidad de hacer las paces con César. “Tú tienes un espíritu tolerante”, le dice, y poco después se mete en una habitación para suicidarse. Escipión no tarda en tomar la misma decisión que él y ordena a su ayudante Aquinas que le corte la cabeza. Cuando llega a Roma la noticia de que la guerra ha terminado, un edil anuncia que “el último estandarte de Pompeyo ha caído y Roma está en paz”. César, Marco Antonio y sus legiones regresan a la ciudad como héroes.

Después de dos años de guerra, Voreno vuelve a casa acompañado de Pullo. Durante la ausencia de su marido, Niobe ha descubierto sus dotes de empresaria junto a su hermana Lyde: ambas regentan ahora la carnicería de Evander y el negocio va realmente bien. Niobe le propone a Lucio que se una a ellas. Por su parte, Pullo no tiene muy claro qué hacer con su vida y decide centrar toda su atención en Eirene.

Otro que también vuelve a Roma es el joven Octavio, convertido en todo un hombre y con grandes ideas para la ciudad. Atia, que envió a su hijo a la academia para alejarlo de las intrigas políticas, parece muy contenta de su regreso y decide celebrar una cena de bienvenida, aunque el verdadero motivo es el regreso triunfal de su querido César. Servilia, que sigue empeñada en arruinar al procónsul, le pide a su hijo Bruto que la acompañe a la fiesta, a pesar de que todavía está enfadada con él por haberse rebajado ante el dictador, pero su hijo se resiste a renunciar a su lealtad a César.

Su madre asegura que las razones por las que está en contra de su antiguo amante son estrictamente políticas y niega que el hecho de que éste la rechazara tenga algo que ver. Durante la cena de bienvenida, Servilia busca con los ojos a César, pero él desvía la mirada. Octavia se da cuenta y no le quita los ojos de encima a su amante, ajena a que Octavio está muy pendiente de su propia hermana… Esta cadena de deseos ocultos se ve interrumpida cuando César le pregunta a Octavio si quiere formar parte de la República y le invita a sentarse en la mesa de los pontífices, a pesar de las protestas del jefe Augur. Pero el joven insiste en que prefiere centrarse en su poesía.

Servilia comienza a obsesionarse con la idea de descubrir la verdad sobre la enfermedad secreta de César, con la esperanza de poder utilizar esa información en su contra. Para ello, le pide a Octavia que intente averiguarlo a través de su hermano, llegando incluso a sugerirle que lo seduzca si hace falta. “Un hombre joven le contaría cualquier cosa a su amante”. Octavia se siente muy ofendida ante la propuesta de Servilia y se va hacia la puerta, pero entonces Servilia le revela su propio secreto: vio cómo uno de los hombres de Atia mataba a su esposo, Gallo.

Muy a su pesar, Voreno y Pullo se ven a sí mismos trabajando bajo las órdenes de Lyde en la carnicería. El vendedor de al lado es amenazado por dos matones y Voreno interviene para evitar que le maten. Poco después descubre que los dos hombres trabajan para Erastes Fulmen, el comerciante que intentó que trabajara para él como matón, y que ahora es el criminal más poderoso de Roma. “Mata a todo el que se le pone por delante”, le dice Niobe a su marido.

Al día siguiente, Erastes llega a casa de Voreno acompañado de un grupo de matones y un montón de perros feroces para darle un ultimátum: debe reunirse con él en el foro para pedirle disculpas y besarle los pies en público. Si no lo hace, sus perros, entrenados para ello, violarán a su mujer y a sus hijos. Niobe envía entonces a sus hijos a casa de sus primos. Mientras tanto, Voreno y Pullo se preparan para atacar si es necesario. Pero no son los matones de Erastes los que llegan a casa de Voreno sino varios oficiales que anuncian la llegada de Cayo Julio César, “Emperador de las legiones gálicas”.

Cuando Erastes y sus hombres se acercan, ven a la guardia personal de César custodiando la casa de Lucio Voreno y se marchan. César acude a casa de Lucio Voreno para proponerle que se convierta en Magistrado del Bajo Aventino, ya que lo considera un hombre de confianza y es respetado por sus vecinos. Pero Lucio, que sigue pensando que César ha traicionado a la República, rechaza el cargo: “Señor, con todos mis respetos… No compartos tus ideas políticas… Así que va contra mis principios”. “No soy un tirano. He adquirido los poderes de dictador de forma legal. Ningún hombre ama la República tanto como yo. No descansaré hasta que todo vuelva a ser como antes”, asegura César. Finalmente, Lucio acepta y César sale con él de la villa, para presentarlo ante una multitud entusiasmada y que no para de vitorearle. Mientras tanto, Pullo se está emborrachando y le cuenta a Eirene que sus padres fueron esclavos. “Me arrancaría el corazón del pecho antes que arrodillarme ante cualquiera”.

Por otra parte, Octavia quiere vengarse de su madre por lo que Servilia le ha desvelado y decide seducir a su hermano. Pero lo que el chico le cuenta es que Tito Pullo y él asesinaron a Evander por mantener relaciones con Niobe. Esta información, aparentemente inútil, no satisface a Servilia, que insta a Octavia a que se acueste con su hermano para descubrir lo que realmente le interesa. Pero la incestuosa relación es descubierta por Merula, uno de los criados de Atia. Y a pesar del mal trago, Octavia sigue sin saber que César es epiléptico. Cuando Atia se entera de lo ocurrido, les persigue con un látigo para azotarles, pero Octavia le pide explicaciones por el asesinato de su marido. Atia le jura que no tuvo nada que ver con ello.

Al día siguiente, cuando Servilia sale a dar un paseo con sus sirvientes, los hombres de Timón les tienden una emboscada. Son los mismos que mataron a Evander, que comienzan atacando a los sirvientes de la noble para después cortarle a ella su larga melena pelirroja, arrancarle el vestido y golpearla con un palo. Servilia se queda tirada en la calle, prácticamente desnuda, mientras Timón contempla la escena con mirada triste.


EPISODIO 10
Victoria


Emitido el martes 10 de enero de 2006

Sinopsis

El Senado se reúne para aprobar el nombramiento de César como Emperador, y Bruto y Escipión dejan a un lado su honor y apoyan al hombre contra el que un día lucharon, pidiendo al resto de senadores que hagan lo mismo. “Ha demostrado ser tan prudente y piadoso en la victoria como invencible en la batalla”, dice Bruto. “Acabemos con las divisiones y disputas civiles”. Tras una votación unánime a su favor, César anuncia que la guerra ha terminado y que habrá cinco días de fiestas y juegos para celebrar su triunfo.

Mientras tanto, en el vecindario de Aventine se preparan las elecciones municipales y Vorenus, nervioso, prepara su primer discurso de campaña. “Se acabaron los tiempos oscuros. César ha puesto fin a la tiranía patricia y va a asegurarse de que se oiga la voz del pueblo”. Atia, por su parte, le ofrece a Servilia un asiento a su lado durante la cabalgata, pero ella rechaza la invitación. Se encuentra muy débil tras la humillación que sufrió en la calle y está tramando constantemente contra la familia de Atia. Además, ahora cuenta con la ayuda de Quinto, el hijo de Pompeyo, para vengarse.

Octavia, por su parte, está acudiendo al templo de Cibeles todos los días, donde reza fervientemente y ofrece un poco de su sangre a “la Gran Madre”. Su hermano va a buscarla porque, con sus escapadas diarias, está dando una mala imagen de la familia. “Quiero estar limpia de obscenidades y debilidad. Quiero renacer como una sierva de la Gran Madre”. Cuando Octavio ve las heridas de sus brazos no duda en llevársela del templo a la fuerza.

Por otra parte, Pullo, que ya no es soldado, monta en cólera cuando le dicen que no puede desfilar con la Decimotercera en los festejos de César. Así que se refugia en lo más parecido a su hogar, las oscuras tabernas llenas de borrachos, donde el hijo de Pompeyo, Quinto, insulta a César ante todo aquél que le escuche. Para preparar la fiesta de César, Octavio unge a su tío abuelo, pintándole la cara de rojo con sangre de buey.

En la primera ceremonia, el nuevo Emperador preside la ejecución pública de su antiguo enemigo, Vergincetorix (el rey de los galos), al que han mantenido con vida en una mazmorra. Pullo, que ya no tiene nada que perder, le pide a su amigo Voreno que le dé a Eirene la libertad, ya que está planeando casarse con ella y formar una familia. “La quiero… Nunca he estado tan seguro de algo en mi vida”. Cuando ella se entera de va a ser libre no cabe en sí de gozo y, emocionada, se tira a los brazos de su salvador. Momentos después, el otro esclavo de Niobe, Edipo, también le agradece a Pullo lo que acaba de hacer. “Habíamos pensado en tomar el nombre de Voreno cuando consiguiéramos la libertad, pero Eirene dice que debe ser el tuyo el que tomemos cuando se convierta en mi esposa, así que esperamos que estés de acuerdo”. Sin dar crédito a lo que oye, Pullo monta en cólera y comienza a golpear al joven esclavo hasta matarlo.

Después de esto, Voreno decide poner fin a su amistad de una vez por todas. “¿Cómo te atreves a hacer semejante cosa delante de mis hijos?” Mientras tanto, Eirene llora desesperada encima del cadáver de su amante. “¡Eres la estupidez en persona! ¡La falta de respeto! ¡Soy candidato a magistrado, no puedo permitir que haya asesinatos en mi casa!”. Pullo responde metiendo el dedo en la llaga: “En cambio tú, con tu preciosa y limpia toga blanca, que nunca se ensucia aunque tú estés lleno de porquería… Hace tiempo dijiste que César era un rebelde y un traidor. Y ahora que él te arroja una moneda y unas pocas tierras, es el salvador de la República”. Voreno, que no tiene palabras para responder, intenta golpearle, pero Pullo le rechaza y se va.

Por otra parte, Bruto se entera de que su madre y Quinto están repartiendo panfletos por la ciudad en su nombre, en los que se refieren a él como “defensor de los principios de la República y en contra de las fuerzas de la tiranía”. Bruto le dice a Servilia que podrían matarle por eso, pero ella no parece muy preocupada por ello. “Estás pensando en tu propio beneficio. Yo, en cambio, me preocupo por la historia de Roma”, le dice su madre, y le sugiere que haga lo que su padre hubiera hecho: echar a César de Roma. Pero Bruto se niega a tomar parte en la “locura” de su madre. En su lugar, le lleva a César uno de los panfletos. “Me pregunto quién habrá escrito esto...”, dice. Bruto sacude la cabeza: “Ojalá lo supiera…”.

Mientras tanto, Pullo, borracho como una cuba, se refugia en las tabernas de nuevo. Allí se encuentra con Erastes Fulmen, que le ofrece un trabajo. “Soy un soldado, no un asesino”, le contesta Pullo. “En estos tiempos que corren, ¿cuál es la diferencia entre ambas profesiones?” Pullo parece dudar en un momento dado, pero, finalmente, aceptará la oferta.

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