miércoles, enero 4

roma: capitulos 5, 6, 7 y 8

Hoy miercoles, todavía estoy alucinado con los episodios de roma de ayer.

es una pena, que no salga absolutamente nada de la batalla de farsalia... yo me imagino que el presupuesto no estuviese para algo así, pero me ha decepcionado un poco.

otra licencia es que voreno y pullo sean encontrados por Pompeyo... estos dos son como asterix y obelix pero en romano... todo les pasa a ellos y siempre estan en mitad del asunto...

pero lo mejor ha sido el polvazo que se casca tito pullo con la reina cleopatra... jajaja...

me está sorprendiendo, ya que nos da alicientes nuevos a la historia que ya conocemos... (lo de servilia y octavia tb fue inesperado...

aquí dejo la sinopsis de los últimos 4 episodios...




EPISODIO 5
El ariete ha tocado muro
Emitido el martes 27 de diciembre de 2005
Sinopsis
Perseguidos por las legiones de César hasta las costas italianas, Pompeyo y los senadores debaten su respuesta a la oferta de César. Finalmente optan por un “cese de hostilidades”, a pesar de que Pompeyo insiste en que el acuerdo no es una entrega de armas. Simplemente necesita tiempo para traer nuevos hombres de Grecia y España. Cuando César y Marco Antonio leen la respuesta, creen que sus rivales han caído en la trampa y piensan en su control triunfal sobre Roma, con Pompeyo retirándose a España. El único problema ahora es la opinión pública. “Si no soy un tirano, si simplemente pido legitimidad, por qué no iba a aceptar tan favorables propuestas?, dice César. Posca inventa una excusa: “Pompeyo no te recibirá en persona, por eso no puede aceptar tu propuesta. Esto agrada a César, que piensa que Pompeyo no quiere recibirlo cara a cara, de hombre a hombre.
Por otra parte, una de las criadas de Atia vio al joven Octavio saliendo con César de una habitación, después de que éste sufriera el ataque. Cuando ésta se lo cuenta a Atia, ella felicita a su hijo por seducir a su querido tío. “No estoy muy segura de que esto sea decente… Pero quién se atreve a decir, en estos tiempos que corren, qué es decente y qué no?”.
Con sus soldados a punto de llegar a La Galia, Voreno anuncia a su familia que pronto tendrá dinero suficiente para la dote nupcial de su hija, de manera que le permite llevarle al pequeño Lucio a su marido y comenzar así una vida de casados propiamente dicha. Vorena está entusiasmada con la idea mientras Niobe mira angustiada a su hijo. Pero los esclavos de Voreno caen gravemente enfermos –de los doce, todos menos uno sucumbieron a la gripe-. El único superviviente es un niño de cuatro años. Lucio no tiene más remedio que llevárselo a casa y cuidarlo para que se recupere, con la esperanza de poder venderlo y recuperar así algo de dinero.
Mientras tanto, César ha estado rechazando las invitaciones de Atia y aceptando las de Servilia, lo que hace sospechar a sus hombres de que ella es la razón de que César esté retrasando el ataque a Pompeyo. En una de sus visitas nocturnas, Marco Antonio le cuenta a Atia lo que está pasando y ella confirma sus sospechas. Como Atia ya se ha dado cuenta de que su hijo Octavio no es el joven amante de César que ella creía, manda a Pullo que enseñe a su hijo las “artes masculinas”. Entre ambos se establece entonces una relación de complicidad y Pullo decide pedirle consejo al chico sobre si debería contarle a un amigo (Lucio) sus sospechas acerca de Niobe. Octavio es claro: “Sin hechos, debes permanecer en silencio”.
Completamente ajeno a los problemas de su familia, Lucio se preocupa por sus finanzas y acude a Erastes, su vecino rico, para pedirle un préstamo y comprar más esclavos. En su lugar, éste le ofrece trabajar para él como guardaespaldas. Durante su primer encargo, Erastes le pide que mate a un hombre que no le ha pagado. Pero Voreno se niega y dimite.
Mientras, en las blancas paredes de la ciudad de Roma han aparecido varios dibujos de un hombre y una mujer practicando el sexo, y los nombres de César y Servilia aparecen bajo ellos. Cuando César y su mujer ven los dibujos, una humillada Calpurnia amenaza a su esposo con el divorcio. Esto alarma a César. La siguiente visita de César a Servilia no será tan amigable. César se muestra frío y le dice que todo se ha acabado entre ellos. Quiere irse al sur para buscar a Pompeyo y no se volverán a ver nunca más. “Ten por seguro que no es que no te quiera… Debo hacer lo que es correcto para la República”. Después de oír esto, Servilia monta en cólera y le ataca hasta que le hace sangre en la mejilla. César la tira al suelo y la abofetea dos veces antes de irse, furioso. Servilia, desconsolada, se queda llorando.
Por su parte, Voreno está al límite y recurre a Marco Antonio para decirle que ha reconsiderado la oferta de volver al ejército de César. Marco Antonio acepta, pero sólo porque César le ha dejado en Roma y necesita buenos hombres. Voreno pronto se inicia en el Evocati por un sacerdote viejo, que preside una ceremonia en el Templo de Marte. Cuando se entera de que Atia estaba detrás de los dibujos en las paredes de Roma, Servilia decide vengarse. Para ello, utiliza un libro de magia e invoca a los espíritus de sus antepasados, para echarles una maldición a Atia y César. “Haz que su pene se marchite. Que sus huesos se rompan. Que sus legiones se ahoguen en su propia sangre…”
Mientras Servilia maldice a Atia y a sus hijos, Octavio se escapa de la villa de su madre en medio de la noche, uniéndose a Pullo en una misión secreta. Los dos le tienden una emboscada a Evander fuera de su carnicería, después lo torturan hasta que dice la verdad: él era el amante de Niobe y el bebé es suyo. Después de desvelar esto, Pullo lo apuñala repetidamente. Después de arrojar su sangriento cuerpo a una alcantarilla, Octavio advierte a Pullo de que no debe decir nada. “Voreno no debe saberlo nunca”. Pullo asiente en silencio. Al sur de la ciudad, César y sus legiones llegan a un campamento vacío, donde sólo queda el humo de un fuego ya apagado. Llegan tarde: Pompeyo y sus hombres ya se han hecho a la mar.

EPISODIO 6
Egeria

Emitido el martes 27 de diciembre de 2005
Sinopsis
Mientras César persigue a Pompeyo en Grecia, Marco Antonio se queda en Roma preparando el terreno; está introduciendo leyes para que los senadores que todavía están en la ciudad nombren a César “co-Cónsul”. También les pide que liberen más esclavos y que se creen más puestos de trabajo para el pueblo. Pero el Senador jefe dice que lo que pide supondría un esfuerzo demasiado caro. “Sólo para unos pocos ricos que son dueños de las tierras”, responde Marco Antonio, “y tendrán el consuelo de estar haciendo algo totalmente patriótico”.
Niobe se está haciendo cargo de su hermana Lyde desde que su marido desapareció. Cuando Pullo les dice que ha oído que el carnicero ha muerto, ambas mujeres se alteran notablemente. Pullo le pide a Lyde que olvide el pasado y que comience una nueva vida, que se ocupe de las personas que la quieren, y le lanza a Niobe un “¿No crees?”. Niobe intenta consolar a su hermana, pero ésta la rechaza y la insulta, llamándola ladrona y ramera. Niobe insiste en que fue Evander el que acudió a ella y le dice a Lyde que ha sido una mala esposa, que si le hubiera dado un hijo, el affaire nunca habría tenido lugar. Después de decir esto, intenta retirarlo pero ya es demasiado tarde. Lyde no quiere que su hermana vuelva a dirigirle la palabra.
En la ciudad, Atia sigue preocupada por la supuesta feminidad de su hijo Octavio y le sugiere que se aliste en el ejército de César para “tener sangre de Pompeyo en tu espada”. Además, le pide a Pullo que se encargue de que el chico “penetre” a alguien cuanto antes. Así, Pullo lo lleva a uno de los burdeles de la ciudad, donde Octavio tiene la posibilidad de elegir entre un amplio abanico de bellas mujeres y chicos adolescentes. Elige a una muchacha, y después de que ésta le cuenta la triste historia de su familia asesinada, Octavio le pide que se ponga a cuatro patas. Más tarde, la chica le dice a Pullo que el joven se ha comportado “como un toro”.
Por su parte, Pompeyo logra reunir a más hombres y César se ve obligado a mandar una misiva a Marco Antonio. En ella, le comunica que las cosas han cambiado; ahora el ejército de Pompeyo le está persiguiendo. Todo el tiempo durante el que se negó a luchar, Pompeyo estaba reuniendo legiones del Este, y ahora sus tropas son diez veces más grandes que las de César. Por ello, ordena a Marco Antonio que lleve a la Decimotercera lo antes posible. Poco después de recibir esta información de César, Marco Antonio recibe una visita de uno de los mensajeros de Pompeyo, que le hace una oferta: Pompeyo le dará una provincia y dinero “suficiente para conservar tu dignidad”, si decide traicionar a César. Marco Antonio necesitará un día para pensarlo. Atia le pide a Marco Antonio que reconsidere lo que piensa hacer, y después de una noche de pasión le sugiere que se casen.
Si César es vencido, ella necesitará la protección de Antonio, y él “dinero y nobleza suficiente” para convertirse en rey, y convertirla a ella en reina. “Si tuviera que traicionar a un amigo, uno de tu misma sangre”, dice él, enfadado. Al darse cuenta de que ambos son capaces de traicionar a César, la ataca: “Hasta ahora no me había dado cuenta de lo malvada y arpía que eres”. Atia le da una bofetada, pero Marco Antonio se la devuelve. Ella le pide a voces que se vaya. Atia no se rinde y decide acudir a Servilia. Para ello, le encarga a su hija Octavia que le lleve un hombre desnudo con un gran pene, que le lleve una tortuga de oro. Servilia acepata el regalo con desgana, pero le asegura a Octavia que “a pesar de lo que otros hagan”, sabe que la chica tiene un buen corazón y la invita a visitarla otras veces.
Respecto a Octavio, ahora que ya es todo un hombre, Atia decide enviarlo a una academia fuera de Roma. Cuando el mensajero de Pompeyo vuelve al día siguiente para recibir una respuesta de Marco Antonio, éste le tira a una piscina. Después, reúne a la Decimotercera, incluidos Voreno y Pullo, para partir hacia Grecia.

EPISODIO 7
Farsalia

Emitido el martes 3 de enero de 2006
Sinopsis
Mientras César espera que lleguen más soldados de Italia, Pompeyo se prepara para el ataque, seguro de su victoria. Sólo Bruto se muestra inquieto, aunque piensa que la República debe verse libre de tiranos, no puede alegrarse de la derrota de César, que ha sido como un padre para él.
Por su parte, Pompeyo está pensando en olvidarse del ejército de César, pero los senadores se oponen y le aconsejan realizar un ataque decisivo. “Eres Pompeyo el Grande”, le recuerda Scipio, “conquistas regiones y aplastas a tus enemigos como si fueran moscas. Decepcionarás al pueblo si no atacas”. Estas palabras hacen reaccionar a Pompeyo y pronto envía sus tropas al campo de batalla.
Tras la tormenta que destrozó el barco de la Decimotercera, Voreno y Pullo, los únicos supervivientes, llegan a una isla del Adriático. “Vamos a morir aquí”, dice Voreno, que utiliza sus ultimas fuerzas para escribirle una nota de despedida a Niobe en una piedra. Pullo, optimista, decide pescar algo para comer. “Yo no estoy hecho para morir aquí”.
A Roma llega la noticia de la tragedia de la Decimotercera; sólo la seguridad de Marco Antonio ha quedado asegurada. Cuando se entera, Atia teme que la derrota de César la ponga en peligro y envía a Octavia a casa de Servilia para pedirle protección. Ante la visita de Octavia, Servilia se muestra encantada y la joven se lo agradece con un apasionado abrazo…
En la ciudad, Lyde regresa a casa de su hermana Niobe, aunque todavía está enfadada con ella y rechaza el dinero que ella le ofrece. Pero cuando Niobe le dice que es muy seguro que Voreno esté muerto, Lyde se compadece, ya que su hermana es la única familia que le queda.
En Grecia, los hombres de César luchan desesperadamente contra los de Pompeyo, a pesar de que las tropas de éste superan las suyas notablemente. Pero contra todo pronóstico, los hombres de Pompeyo no salen bien parados. César manda a Roma la noticia de que él ha ganado la batalla. Además, los senadores están replanteándose si seguir con Pompeyo o no. “Si hubiera sabido lo tonto que es Pompeyo, nunca me habría ido de Roma”, dice Bruto, que finalmente decide regresar a la ciudad con Cicero.
Pompeyo propone a los hombres que le quedan marchar hacia Egipto, donde dice tener amigos de verdad. Pero éstos le dicen que es imprudente viajar juntos, y le dejan claro que ya no le consideran un líder. Así que Pompeyo se va con su familia y con unos pocos soldados y esclavos. Pero en mitad de la noche algunos de ellos le roban su caballo y su carro. Pompeyo se va a Egipto con los pocos esclavos leales que le quedan y les pide a sus vigilantes que oculten su identidad durante el viaje.
Reforzado por su victoria, César recibe a Bruto y Cicero con los brazos abiertos, mientras estos se disculpan de todas las formas posibles, pero César se muestra comprensivo con ellos, sobre todo con Bruto, que parece muy arrepentido de haberle abandonado en su día.
Por su parte, Voreno y Pullo, preocupados por su supervivencia, construyen una balsa con los cuerpos de los soldados muertos y se hacen a la mar. Exhaustos y deshidratados llegan a lo que queda del campamento de Pompeyo. Allí, el general intenta hacerse pasar por un civil, pero ellos lo reconocen perfectamente. “¡César nos va a cubrir de oro!” dice Pullo excitado, al pensar en lo que supondría llevarle la cabeza de Pompeyo. Pero Pompeyo le hace una petición sincera a Voreno: le pide llevar a su familia a Egipto. Como Voreno ha sido siempre un ferviente defensor de la República, no puede soportar el hecho de ver al poderoso líder suplicando clemencia. Así que decide dejarle marchar. Cuando finalmente vuelven al campamento de César, Voreno debe informar al general de su encuentro con Pompeyo, y explicarle por qué le han dejado marchar. “Había lágrimas en sus ojos, está destrozado. No vi la necesidad de torturarle”. Pero a César no le vale con esta explicación: “Mientras pueda montarse en un caballo, será peligroso. ¡Debería azotaros y crucificaros!” César rechaza así a los dos hombres, pero haciendo recuento de todos los triunfos de los dos soldados, dice: “Esos dos están protegidos por los dioses. No es conveniente matar a nadie con tal suerte ”.
Pompeyo y su familia llegan navegando a Egipto, sanos y salvos. Allí son recibidos por un hombre llamado Séptimo, un antiguo soldado del ejército de Pompeyo cuando estaba en España. Pompeyo se alegra al saber que ahora trabaja para los egipcios. Séptimo se acerca para ayudarle a desembarcar, pero de repente saca su espada y se la clava a Pompeyo en el estómago. Después, mientras su esposa Calpurnia y sus hijos miran, Séptimo atraviesa el cuello de Pompeyo.

EPISODIO 8
Cesarión

Emitido el martes 3 de enero de 2006
Sinopsis
César y sus hombres parten hacia Egipto en busca de Pompeyo el Grande. Allí, visitan al rey Tolomeo, un joven de tan sólo 12 años. César le pregunta por los preparativos de la guerra, ya que sabe que la hermana del rey, Cleopatra, se disputa el trono con él. Los hombres de éste, nerviosos, le responden que no están preocupados por las intenciones de Cleopatra. Pero a César no le convence la respuesta: “Esta disputa entre vosotros dos debe terminar. Roma necesita que en Egipto haya paz. Vuestros barcos de cereales tienen que zarpar”.
Con la intención de calmar a César, Tolomeo ordena a sus hombres que le traigan un “regalo sorpresa”: la cabeza de Pompeyo. Pero César, en lugar de mostrar gratitud, monta en cólera. “¡Maldigo la casa de Tolomeo por haber cometido esta barbaridad! Pompeyo no fue cónsul de Roma para morir de esta forma tan sórdida, descuartizado como un ladrón cualquiera!” César decide enviar a Marco Antonio y a la mitad de sus hombres a Roma, mientras él se queda en Egipto para evitar que estalle una guerra civil.
Esta decisión afecta a Marco Antonio y a Posca, que temen que los egipcios se unan contra Roma, mientras Cato y Scipio están formando otro ejército en la ciudad. Pero César insiste en que puede acabar con cualquier adversario, sin hacer caso a las advertencias de Marco Antonio, que le dice que está teniendo un exceso de confianza en sí mismo. Antes de dar a conocer sus intenciones a los egipcios, César envía a Voreno y a Pullo al desierto en busca de Cleopatra. Una vez que han salido, vuelve a hacerle sus peticiones a Tolomeo: el joven rey debe pagar las deudas que ha dejado su padre a Roma. Pero éste reacciona con una pataleta y sus consejeros dicen que necesitan tiempo para reunir el dinero. “Bien, entonces tendré mucho tiempo para intervenir en tu disputa con la princesa Cleopatra”. “Tanto tú como ella me pediréis ayuda, y yo decidiré por quién decantarme”.
Al darse cuenta de que tendrá que pagar o arriesgarse a perder el trono, Tolomeo y los suyos deciden matar a la princesa. En una tienda de campaña, en el desierto, perdida en una nube de opio, se encuentra la joven Cleopatra, rodeada de sus sirvientes. De repente, un guadia entra y le dice que “debe prepararse para el viaje a la otra vida”. Es uno de los asesinos enviados por el rey para matarla, pero en ese momento se oyen uno gritos fuera de la tienda. Son Pullo y Voreno, que se enzarzan en una pelea con los asesinos y consiguen así impedir la muerte de la princesa. Tras vencer a los hombres del rey Tolomeo, Tito y Lucio devuelven a la princesa sana y salva a la ciudad.
Feliz de ser libre, Cleopatra contempla el rostro de César en una moneda mientras fuma de su pipa. La joven quiere asegurarse el trono engendrando al heredero del dictador romano. “César es un hombre, con eso basta para conquistarle”, le dice a su esclavo, Charmian. “Es una vergüenza que no esté aquí hoy. Estoy ovulando y, si quisiera, un bebé llegaría seguro…” A la princesa se le ocurre entonces una idea: le pide a Voreno que se acueste con ella, con la intención de quedarse embarazada. Pero éste se niega: “No puedo hacer lo que me pides. Los hombres romanos no son utilizados por las mujeres de ese modo”.
Así que le dice a Pullo que haga lo que la princesa le pida. Pullo acepta entusiasmado la orden y la cumple sin rechistar. Una vez que César y Cleopatra se conocen, a ella no le cuesta demasiado seducirle y, más tarde, hacerle creer que el hijo que espera es suyo. Cuando el tirano vuelve a Roma, presenta a su primer hijo: Cesarión, futuro Tolomeo XV, hijo de Cleopatra VII y… ¿Cayo Julio César?

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